Historia de una flor...

Historia de una flor...

Érase que se era una linda pastorcilla de nombre Margarita, muy bella, por dentro y por fuera. Ojos y pelo de color miel.

La pastorcilla llevaba su rebaño a que paciese en el monte y triscara jaras y tomillo, mientras, ¿sabéis lo que hacía?, pues reunir haces de flores silvestres para poder adornar una imagen de la Virgen María.
Margarita era muy feliz de poder hacer esto cada día. Y... los ojos de María parecían alumbrarse como dos estrellas al mirar a Margarita.

Pero al llegar el otoño, cuando el viento comienza a soplar y decir brú... brú... y los árboles sacuden sus brazos, cayendo a la tierra las hojas amarillas y secas, entonces se ponía triste, Margarita, porque luego vendrían las nieves y con sus manecitas amoratadas subiría al monte custodiada por su fiel perro Tarzi. Oiría los aullidos de los lobos. Nada de esto le amedentraba. Su pena era no poder recoger flores para su Reina, pues ni en campos ni en jardines había ninguna.

Un día en que los prados y los montes estaban nevados y el viento imponía miedo con sus silbidos, pensaba Margarita; "¡Si yo tuviera flores! ¡Cuándo vendrá la primavera!"
Como por arte de magia, apareció una bellísima mujer vestida de blanco. Las crenchas rubias caían por su espalda y una diadema de oro, zafiros y brillantes adornaban su sien. La pastorcilla no se sobresaltó. Miraba aquella preciosa aparición extasiada, y juntando las manos, exclamó:

- ¿Sois un hada?
- Pero la bellísima Señora preguntó dulcemente:
- ¿Por qué estás triste, mi niña?
- ¡Ah Señora!
- Contestó Margarita
- Porque quiero mucho a la Virgen María y no tengo flores para adornarla.
- ¿Tanto la quieres?
- Muchísimo.
- ¿Y querrías flores?
- Claro, ya lo creo. Pero en el invierno no hay.

Entonces la celestial aparición extendió su pie... Margarita se percató que calzaba chapines sembrados de esmeraldas. Poquito a poco... despacito, hundía su lindo pie en la nieve y, ¡oh prodigio! del suelo nevado surgieron unas plantas cuajadas de flores tan blancas como la misma nieve. Una planta... dos... tres... Pronto se vió un pequeño jardín en el monte y en pleno día invernal.

- ¡Flores!
- Vitoreó Margarita ébria de júbilo.
- ¡¡Flores!!
- Repitió la hermosa dama desconocida.
- Flores otoñales, flores invernales, y como tú te llamas Margarita. En recompensa a lo mucho que me amas... todas seran margaritas.
- ¡Madre mía!
- Exclamó la pastorcilla cayendo de rodillas para besar su mano, comprendiendo que era María. Y entonces María la estrechó y acurrucó contra su corazón, desapareciendo después.

Y ahí tenéis a las margaritas, con su tallo humilde pero esbelto, pequeñas pero muy grandes al mismo tiempo. Preciosas como la humilde niña Margarita: Preciosa, bondadosa, dulce, única, inspirando devoción y recogimiento.


"Mis flores preferidas son las margaritas... porque me inspiran ternura dada su humildad y belleza..."




Shania8461


Nota: Muchas gracias a todos mis seguidores, y así mismo a todos aquellos que os paséis por este rincón. Os estoy muy agradecida, pero por razones personales, y además por encontrarme algo cansada, voy hacer un pequeño descanso, no sé el tiempo, todo depende, lo mismo es pequeña dicha paradita. Mi Gratitud para todos vosotros.