Me dices que estás malito,
entonces te acuno, en tu cuna
moviéndola en vaivén calmito,
a ritmo pausado de tuna.
Tú lloras porque estás mustio,
te canto al son de la luna,
y ésta se enciende de brío,
callándote tú, tesoro mío.
Me miras con tu carita,
como si fueses chiquito,
pero eres grande nenito,
la cuna es pequeñita.
Te sigo arrullando a la una,
te vas quedando dormido
conmigo y nuestra amiga la luna,
que somos lo más querido.
Realmente conmovedor. Gracias y felicidades.
ResponderEliminarOh, qué descubrimiento acabo de hacer.¡Qué ternura de poema corto!
ResponderEliminarTe felicito
Tierno poema,bellos "sweet" como decimos aqui en USA. Me encanto.
ResponderEliminarUn abrazo,
Y aún dijera más de lunas:
ResponderEliminarlas que arbitran nuestra noche.
Las peregrinas de día.
Las nadie osa pisarlas.
Las, ¡tan altas , que encandilan...
Gracias igualmente por tu visitica, Teresa