Muñequita...
Hay muñequitas lindas de carne y hueso, y luego están las muñecas, que todas o algunos han tenido alguna vez, a mí siempre desde niña me han gustado las muñecas, y peluches, en la actualidad, me siguen gustando, por ello, aquellos que me conocen bien, como por ejemplo mis hijos, de vez en cuando me suelen regalar o bien alguna muñeca, pero casi siempre son peluches. Hoy estaba pensando en ello, cuando recordé el haber escrito algún cuento sobre una muñeca, pero como soy puro despiste, no lo he encontrado por ninguna parte, por lo tanto después de esta perorata, voy a escribir un cuento que va a llevar por título: Muñequita.
Hay niñas que tratan a sus muñecas con: dulzura, ternura y primor, juegan con ellas imitando; a sus madres, tías, abuelas, y sin saberlo se están preparando para ser futuras madres, algunas han de llegar a serlo y otras no, pero lo importante es aprender esos buenos sentimientos, para luego saber transmitirlos. La muñequita de nuestra historia, no tenía mucha suerte con la niña, que le había tocado, porque era de esos seres desalmados, que nada le importan los demás, era justamente de esas personas, que siempre están malhumoradas, y en lugar de disfrutar jugando con sus muñecas o amistades, hacía todo lo contrario, siempre se estaba quejando de su suerte, y pagaba su mal genio con los demás, y hete aquí que la muñequita de nombre, Luz, pagaba todos sus desmanes, no servia para nada, las recomendaciones de su buena madre, padre y todos aquellos que conformaban su entorno, no, siempre mal encarada y si podía hacer daño mejor que mejor.
La muñequita, Luz, había llegado un día, al hogar de esta terrible, niña, de nombre, Perla, ya veis que nombre tan lindo, para una niña tan mala... Hizo su entrada en el hogar de Perla, porque a su mamá le gustó mucho y se la compró, para ver si así, le iban entrando los buenos consejos, y los ponía en práctica con su muñeca, pero no fue así, a los poquitos días, Luz, ya no era aquel primor de muñeca, ¿por qué?; os preguntaréis, la respuesta es que Perla, la había arrastrado por el suelo, la zarandeaba cuando le entraba el mal genio, y Luz, tenía el vestido roto, casi no le quedaba pelo, y lo más triste, se había quedado sin ojos.
En el hogar de Perla, había una señora, Piedad, que ayudaba hacer las tareas domésticas del hogar, y tenía una hija de la edad de Perla, al ver a la muñequita en el cubo de la basura, porque en uno de sus arranques de furia, Perla, la había echado allí, la recogió, y pidiendo permiso a la madre de la niña, se la llevó a su casa. Era una casa humilde, pero no por ello dejaba de estar bien arreglada, y se estaba a gusto, era un verdadero hogar, donde se aprendía de todo: a leer, ser educada, escribir, modales, pero por sobre todo, buena persona, al igual que en casa de Perla, porque su madre así lo había intentado una y otra vez.
Al llegar en tan mal estado, la hija de Piedad, de nombre, Tessa, se quedó muy impresionada, al ver el estado de la muñeca, su madre, Piedad, le explicó el porqué, y Tessa, no daba crédito, no podía entenderlo... Le daba una y mil vueltas, y su madre la tranquilizaba, pero ella sufría, porque no entendía que pudiesen existir personas así. De momento, baño a Luz, le hizo vestidos, que su madre le había enseñado a hacer e incluso alguna chaqueta de punto, porque había aprendido a calcetar, y todos sus conocimientos, los puso al servicio de poder arreglar aquellos desperfectos ocasionados, en la muñequita, Luz. Como su madre no tenía mucho dinero, era viuda, tuvo que pasar tiempo, hasta que a la muñequita la llevaron a una tienda, donde se reparaban las muñecas, para ponerle unos bonitos ojillos, mientras tanto, Tessa, era la luz de la muñequita. Ya veis se llamaba Luz, pero no podía ver.
Un día cuando Tessa, ahorro lo suficiente, con lo que su madre, le daba de paga, llevaron madre e hija, a la muñequita a una tienda, para ser reparada, pero el señor que la tenía que arreglar, se olvidaba día tras día de ella, y que mal lo pasó nuestra muñequita, porque madre e hija se tuvieron, que ausentar de la ciudad, para ir a cuidar a la abuela de Tessa, que se había puesto enferma, así iban pasando los días, y cómo se acordaba Luz, de la niña a la que tanto quería. Al ser muñeca no podía hablar, ni quejarse, y ni tan siquiera podía llorar, porque en lugar de ojos tenía unas cuencas vacías.
Por fin al ponerse bien la abuela de Tessa, volvieron a la villa, y ésta lo primero que hizo fue ir a la tienda, poniéndose muy triste, porque al señor Julián se le había olvidado su muñequita. Sin embargo salió de allí muy contenta, Julián, le prometió que a última hora de la tarde, ya la tendría arreglada, como así fue.
Qué linda lucía ahora Luz, con unos ojos negros preciosos, y lo curioso es que parecían, fuesen de verdad, de tal brillo que desprendían. Así, Tessa, después de volver del colegio, se encontraba con su bonita muñeca, pero un día a la atardecida, llegaron a su hogar, su madre Piedad, acompañada, de la niña, Perla, que aunque linda por fuera, era fea por dentro. Tessa, la recibió bien, pero no entendía que hacía allí... aquella niña que había tratado tan mal, a Luz, y encima venía con una pequeña maletita, a Piedad, no le había dado tiempo de explicar a su hija, que los padres de repente por la muerte de un familiar, tuvieron que ausentarse de la ciudad.
Y aquí empezó el calvario de Tessa, y su muñequita, Luz, porque Perla delante de la madre de Tessa, se comportaba bien, pero día a día le hacía la vida imposible tanto a la niña como a su muñeca, era muy falsa, y Tessa, nada quería decir, no era una niña chivata, y aguantaba, vaya si aguantaba, hasta que un día no pudiendo más le dio una buena tollina (paliza), la verdad se la estaba buscando, al llegar a casa su madre Piedad, no daba crédito... de lo que había hecho su hija... Pero como era una persona justa, escuchó a ambas partes, sobre todo sin alterarse y con toda tranquilidad, y sabéis qué aconteció, lo más sorprendente, que os podáis imaginar, la niña Perla, pidió perdón, y desde aquel día se convirtió en una niña: dulce, tierna, para con todos los demás...
No es bueno, ni aconsejable: pegar, levantar, la mano, si se puede dialogar, pero como podréis observar, por la historia, a veces viene bien sacar la mano a paseo, porque hay personas, que sólo saben: fastidiar, herir, hacer mal, y en este caso no quedaba otra solución, por lo tanto, Tessa, ejecutó, y le salió bien la tollina (paliza).
No hay como el diálogo, en todo aquello que se dé en nuestras vidas, pero a veces...
Nota aclaratoria: Que nadie se asuste, de mi pequeño cuento, porque bien sabe dios, que soy pacífica, pero una vez se dio un caso parecido al de la historia, y surgió efecto.
sercub1962