Mamá Sole...

Mamá Sole...

"Este pequeñito cuento, lo leí cuando tenía la edad de nueve años, y por algo que me aconteció... siempre lo he tenido presente, no podré relatarlo como el cuento, que en su día leí... por haber perdido una compilación de libros de relatos, sobre todo eran cuentos, me los regalo mi abuela Armonía, mi abuela sabía de mi afición por la lectura y escritura..."

Tenía y tengo, cuatro primos más o menos de mi edad, con los que hacía muy buenas migas, y a pesar de ser niña como siempre he sido muy hiperactiva y traviesa, me dejaban jugar con ellos como si fuese uno más, y la verdad así pude observar como se comportan, y son los de mi sexo opuesto, como digo siempre ni mejor ni peor, pero si con su singularidad, como nos acontece a todos. Era muy feliz jugando con ellos, además eran muy creativos e imaginativos como me sucede a mí, incluso dos de ellos y sobre todo uno puede considerarse un bohemio en el buen sentido de la palabra, es un gran escritor, y al mismo tiempo ilustrador, me llena de orgullo, es de esas personas buenas como pocas pueden haber, es muy bueniño, y siempre he aprendido a perdonar... como él lo hace desde siempre, después de este inciso sobre mi primo Susiño, así le sigo llamando con cariño, seguiré diciendo que... hacíamos incluso coches de madera con ruedas y todo, nos podíamos subir en ellos, otros juegos podían ser por poner un ejemplo, en una pequeñita aldea de La Coruña, llamada Lians, o bien Corouxo, Bastiagueiro, Arde Xurxo, porque mis tios vivieron en diversas aldeas, todas ellas entrañables y casi siempre al ladito de la mar, por eso creo que no puedo vivir sin ella, porque nací en una isla, allá en mi África del alma, un lugar que se podía considerar un pequeño paraíso y no exagero... se le ha llamado siempre "La perla de África" por su extraordinaria belleza. Siguiendo... con el ejemplo de unos de nuestros juegos preferidos era el siguiente; dos iban delante dejando pequeñas señales y los otros dos tenían que encontrar a los primeros, por las pistas dejadas, todo esto era a través del monte por caminos en Galicia se les llama corredoiras, y lo pasabamos de maravilla, además de hacer ejercicio y estar en contacto con la naturaleza. Dicho lo dicho que me he desviado sin más dilación paso a relataros el cuento, me encanta contar cuentos, de hecho siempre los he leído o bien inventado, pero como ya he dicho al principio éste lo leí no es creación mía como los anteriores que podéis encontrar en mi bitácora.

Mamá Sole...

Cuatro hijas tenía cuatro, el molinero. Cuatro hadas, cuatro rosas. La una morena como el azabache, la otra, trigueña con ojos del color de la miel. Castaña la tercera y en sus pupilas dormían reflejos del topacio, y la cuarta, que era la mayor, rubia y con ojos castaños... como plumaje robado a la noche sin luna, y ostentaba una tez y unos ojos castaños como tejidos con algas marinas. Cuatro hijas tenía cuatro, el molinero, Elena, María, Gloria y Soledad...

Os he dicho que las cuatro hijas del molinero eran bellas... Pues he dicho mal, Soledad, que sí... la nombro la última era la primera en años, catorce tenía, no era hermosa. Cierto que su rostro tenía especial atractivo, que sus cabellos rubios que asemejaban las espigas del trigo y muy brillantes, tenía toda ella un singular aroma, poseía un hechizo mágico. Pero Soledad era jorobadita y ese defecto físico, anulaba todos sus encantos.

Bien lo sabía ella, pues su clara inteligencia se lo dejaba ver, pero Soledad no hacía jamás alusión a su... digamos problema. Era alegre y cantarina, esforzándose siempre con su talento de niña para que todos aquellos que bien la querían no sufriesen, y hacerles olvidar el mal que padecía, le costaba pero lo hacía, su simpatía era enorme, inmenso su afán de agradar, volvióse cada día más juciciosa y trabajadora, y mientras sus hermanas jugaban ella ayudaba a su querida madre... sin apenas percatarse de ello se convirtió en la segunda madrecita para con sus hermanas.

- Sole, peíname el pelo, nadie me lo peina como tú.
- Sole plánchame el vestido blanco que me lo dejas muy bien.
- Sole cóseme este ojal que se ha deshilachado y así...

Las tres hermanas, recompensaban sus afanes, con abrazos, caricias y besos. Sole se sentía inmensamente feliz porque adoraba a sus tres hermanas.

Los años iban girando y aquellas niñas se iban haciendo ya unas mujercitas. Tenían un tío predilecto y sobre todo... estaban prendadas de su primo. Tío Jorge era hermano del molinero y hete aquí... que Soledad que nunca se sentía mal, por su jorobita ante su primo se sentía empequeñecida, y ponía cualquier pretexto para ausentarse y se iba a su cuarto, porque estaba muy enamorada de su primo, que se llamaba Víctor, y ella no sabía que era correspondida...

Sus tres hermanas coqueteaban descaradamente con Víctor, pero ello no hacía sentir celos a Soledad, porque ella creía... que su primo por el defecto físico no se fijaba en ella... qué engañada estaba Soledad... su primo bebía los vientos por ella.

He de deciros, que Víctor ya había terminado sus estudios como médico. Y la visita de aquella tarde era para pedir la mano de Sole... El tío Jorge dijo: Tenemos que hablar, porque algo importante tiene, que deciros Víctor, pero primero ha de hablar con Soledad, cuando Sole oyo dichas palabras se quedo perpleja... qué sería ello, no se lo podía imaginar, y dijo inocentemente Víctor... lo que tengas que decirme a mí prefiero que sea delante de todos, y como se puso terca, porque ante su primo siempre se manifestaba así... Víctor entonces miro a su padre... y éste dijo en voz alta, clara y rotunda...

- Hermano pido para mi hijo la mano de mamá Sole, ella se creyo burlada y se fue corriendo fuera de la casa y corrío, corrío, corrío... como si de una gacela se tratase, Víctor fue en su busca y cuando le dio alcance a Soledad, se miraron y todo quedo dicho, no hacían falta palabras...

Lo más emotivo de la historia... además del amor correspondido entre ambos, es que Soledad se sintió la muchacha más bonita del mundo, y el gran premio fue que Víctor había estudiado para médico cirujano, y operó a Soledad, y aquella prominencia en su espalda desaparecío...

Colorín, colorado este cuento se ha acabado.


Se me olvido deciros que a mí me encantaba jugar con mis tres primos, pero tenía una costumbre, y era la siguiente... a la hora del crepúsculo siempre desaparecía y ellos nada me preguntaban, porque bien sabían que tenía que ver el ocaso a la atardecida desde el fallado, y luego durante dos horas o quizás tres allí mismo en una sillita que mi abuela Armonía me había comprado... me dedicaba a leer como siempre he hecho y siempre haré...

Voy a poneros un vídeo romántico como para celebrar esa boda de mamá Sole con su primo Víctor...




brujita más que un regalo...
yurima10