Me dices que estás malito,
entonces te acuno, en tu cuna
moviéndola en vaivén calmito,
a ritmo pausado de tuna.
Tú lloras porque estás mustio,
te canto al son de la luna,
y ésta se enciende de brío,
callándote tú, tesoro mío.
Me miras con tu carita,
como si fueses chiquito,
pero eres grande nenito,
la cuna es pequeñita.
Te sigo arrullando a la una,
te vas quedando dormido
conmigo y nuestra amiga la luna,
que somos lo más querido.
4 comentarios:
Realmente conmovedor. Gracias y felicidades.
Oh, qué descubrimiento acabo de hacer.¡Qué ternura de poema corto!
Te felicito
Tierno poema,bellos "sweet" como decimos aqui en USA. Me encanto.
Un abrazo,
Y aún dijera más de lunas:
las que arbitran nuestra noche.
Las peregrinas de día.
Las nadie osa pisarlas.
Las, ¡tan altas , que encandilan...
Gracias igualmente por tu visitica, Teresa
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